12 noviembre 2008

Fiesta de la poesía, Villafranca del Bierzo

Fiesta de la poesía en Villafranca, 2008.


65 litros de lágrimas

Todos saben el vino que bebo pero no saben la sed que tengo.
Hoy me siento , como Federico, asesinado por el cielo.

Dicen que una persona puede llorar a lo largo de su vida
65 litros de lágrimas.
Horacio Montes era consciente de que las leyendas
siempre se basaban en hechos reales,
el ser consciente de ello no mitigaba precisamente su pesar
por los héroes caídos.
Cuánta sangre derramada estúpidamente en los campos de batalla…
Y cuántas cuartillas emborronadas para que sólo las leyera el viento.

Puentes de piedra y palos en la hoguera;
filloas de sangre envenenada.
Pasa un mono con chándal y zapatillas deportivas,
es mi tataratataratatarabuelo que viene a salvarme.
Ahora ya puedo ver el sol bajo el agua.

Algunas veces Horacio lloraba al leer las pancartas:
¡Qué coño pasa, casas sin gente, gentes sin casa, qué coño pasa!

Pero de lo que más lloraba Horacio Montes era de rabia.
Rabia de no saber porqué estaba en aquella guerra tan lejos de casa;
rabia por sospechar que hiciera lo que hiciese no serviría de nada.
Rabia de no poder elegir ser un héroe o un cobarde. -1-
Rabiar por no estar maldito.
Rabia, rabia, rabia… Demasiada rabia.

Con tal que rimara la vida siempre había tenido bastante
para ir tirando y eso que él no era de mucho tirar,
le valió el engaño, y así fue como Horacio Montes
se convirtió en un “galfarro”, y a los pocos meses,
apresado y enviado a galeras
a la espera de la siguiente contienda
que no tardaría en llegar.

Su madre le recriminaba hasta por carta
cuando estaba en el hospital:
Ay hijo mío, a poco sumiso que hubieras sido
podrías haber llegado a chambelán,
pero te perdió el orgullo.
En eso saliste bien a tu papá
que siendo un criado era imposible de contentar.

Terminó de leer y arrojó la carta al suelo.
Ya no le quedaban más lágrimas.



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